- Puedo caminar por las calles totalmente vacías, sea la hora que sea, el día que sea, sin compañía ni preocupaciones.
- Odio Tucumán.
- Me encanta que no sea tan grande como una ciudad ni tan chico como un pueblo. Vivir la tranquilidad pueblerina pero con todas las comodidades de ciudad.
- Odio Tucumán.
- Es tan relajante dormir en Santa María, sobre todo a la siesta. Poco ruido, no hace calor, brisa suave entrando por la ventana. No sé como voy a hacer para acostumbrarme a dormir menos de doce horas por día.
- Odio Tucumán.
- Los viejitos que se cruzan por la calle siempre te saludan, aunque no te conozcan.
- Odio Tucumán.
- Me acostumbre a tener todo cerca y que la distancia más grande sea de 15 cuadras.
- Odio Tucumán.
- Me autoinducí (?) a no tener absolutamente nada que hacer y verme obligada a pensar.
- Odio Tucumán.
- Amo el olor a Río impregnado en todas partes. Es un olor particular, no es ni a tierra, ni a lluvia, ni a plantas, es una mezcla de todos, que nunca sentí tan fuerte en ningún otro lugar.
- Odio Tucumán.
Santa María, te voy a extrañar tanto...
Tucumán, hoy te veo más feo que nunca.